“Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista”. Helder Camara

sábado, 5 de marzo de 2011

EL MITO DE SUPERMAN



5b415a0a74765006f122f979f487f751
Fragmento del libro “Apocalípticos e integrados” de Umberto Eco

El Mito de Superman
Conciencia Cívica y Conciencia Política

“(Los superhéroes)” Cada uno de ellos está dotado de poderes tales que podría, prácticamente, apoderarse del gobierno, destruir un ejército, alterar el equilibrio planetario. Si pueden formularse dudas respecto a Batman y Green Arrow, en lo que atañe a los otros tres la suma de sus posibilidades operativas está fuera de discusión.

Por otra parte, es evidente que cada uno de estos personajes es profundamente bueno, moral, subordinado a las leyes de la naturaleza y civiles, por lo que es legítimo (y hermoso) que emplee sus poderes con fines benéficos. En este sentido, el mensaje pedagógico de estas historias sería, por lo menos a nivel de la literatura infantil, altamente aceptable, y los mismos episodios de violencia de que están sembrados varios de los episodios, tendrían una finalidad en dicha reprobación final del mal y en el triunfo de los buenos. La Ambigüedad de la enseñanza aparece, sin embargo, en el momento en que nos preguntamos qué es el bien.

Superman es prácticamente omnipotente, de sus facultades físicas, mentales y tecnológicas ya se ha hablado. Su capacidad operativa se extiende a escala cósmica. Así pues, un ser dotado con tal capacidad y dedicado al bien de la humanidad (planteándonos el problema con el máximo candor, pero también con la máxima responsabilidad, aceptándolo todo como verosímil), tendría ante sí un inmenso campo de acción. De un hombre que puede producir trabajo y riqueza en dimensiones astronómicas y en unos segundos, se podría esperar la más asombrosa alteración en el orden político, económico , tecnológico, del mundo. Desde la solución del problema del hambre, hasta la roturación de todas las zonas actualmente inhabitables del planeta o la destrucción de procedimientos inhumanos (leamos Superman con el “espíritu de Dallas” ¿Por qué no va a liberar a seiscientos millones de chinos del yugo de Mao?) Superman podría ejercer el bien a nivel cósmico, galáctico, y proporcionarnos una definición de sí mismo que, a través de la ampliación fantástica, aclarase al propio tiempo su exacta línea ética.



En vez de esto, Superman desarrolla su actividad a nivel de la pequeña comunidad en que vive (Smalville en su juventud, Metrópolis ya adulto) y , si bien emprende con la mayor naturalidad viajes a otras galaxias, ignora, no digamos ya la dimensión “mundo”, sino la dimensión “Estados Unidos”. En el ámbito de su little town el mal, el único mal a combatir , se configura bajo la especie de individuos pertenecientes al underworld, al mundo subterráneo de la mala vida, preferentemente ocupado, no en el contrabando de estupefacientes ni –cosa evidente- en corromper a políticos o empleados administrativos, sino en desvalijar bancos y coches-correo. En otras palabras, la única forma visible que asume el mal es el atentado a la propiedad privada. El mal extraespacial no es más que un pigmento accesorio, es casual, y asume siempre formas imprevistas y transitorias: el underworld es, en cambio, un mal endémico, como una especie de filón maldito que invade el curso de la historia humana, claramente dividida en zonas por una incontrovertibilidad maniquea, según la cual toda autoridad es, fundamentalmente, buena e incorrupta, y todo malvado lo es hasta las raíces, sin esperanza de redención.
Como otros han dicho ya, tenemos en Superman un ejemplo perfecto de conciencia cívica completamente separada de la conciencia política. El civismo de Superman es perfecto, pero lo ejerce y configura en el ámbito de una pequeña comunidad cerrada.

Es curioso observar cómo, entregándose al bien, Superman dedica enormes energías a organizar espectáculos benéficos, donde se recaudan fondos destinados a huérfanos e indigentes. El paradójico despliegue de medios (la misma energía podría ser empleada en productor directamente riqueza o en modificar radicalmente situaciones más vastas) , no deja de asombrar al lector, que ve a Superman perennemente dedicado al montaje de espectáculos de tipo parroquial. Si el mal asume el único aspecto de atentado a la propiedad privada, el bien se configura únicamente como caridad. Esta simple equivalencia bastaría para caracterizar el mundo moral de Superman.



APOCALIPTICOS E INTEGRADOS / UMBERTO ECO

1 comentario:

  1. En todo caso cuando superman "trabaja" lo hace para sus jefes en el pentágono, en una de sus películas restaura la bandera en la cúpula de la casa de gobierno y !oh¡ es la de ee.uu, no me jodan.

    ResponderEliminar